La Costa de Sol no es solo uno de los destinos más atractivos para los extranjeros como destino de viajes, sino también de inversión. Y sino que se lo digan a Thierry Jacobs, un empresario belga que acaba de comprar el 25% de la compañía española de Trocadero. Según fuentes cercanas a la transacción, el inversor estaba muy interesado por el grupo de restauración dirigido por Dionisio Hernández Gil, que cuenta con una decena de establecimientos repartidos por Marbella, Málaga, Cádiz y Madrid.
Jacobs es conocedor de la costa andaluza, ya que es dueño del Ocean Club de Marbella y de otros dos locales más en esta ciudad del lujo español. Asimismo, es socio de SunSet Hospitality Group, un holding de Oriente Medio, cuyo consejero delegado es Antonio González, que posee numerosos restaurantes de lujo en Dubái, Arabia Saudí, Catar, Emiratos, Irak, al igual que en Asia, como en Hong Kong, Singapur y Tailandia.
El precio de dicha operación no está confirmada, sin embargo, se valora que haya resultado en una cantidad de 70 millones de euros, restándole su deuda. A través de esta intervención a modo de título individual, Hernández Gil está más cerca de expandir su influencia de manera más internacional, al tener como siguiente principal objetivo, aterrizar en Dubái.
Simulando el éxito del Grupo Paraguas -en su venta del 40% de su capital al millonario Ferit Faik Sahenk- Trocadero pretende salir beneficioso, en término monetarios y de influencia, ante un hábitat truncado por la irrupción de El Paraguas y el cambio de los gustos de los comensales.
Este es su siguiente paso tras su último proyecto, Trocadero Commodore en Madrid, en el que han trasladado la gracia andaluza al norte de la capital con mucha iniciativa y esfuerzo, que de hecho, se llena todos los días. Este local en el Mayte Commodore fue uno de los spots preferidos para confabular acerca de política y cuestiones empresariales y artísticas, incluso el rey emérito era un usual en sus mesas, ya que su cocina competía directamente con Horcher, Jockey y Zalacaín.