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El actor estadounidense viajaría el pasado fin de semana desde Londres hasta Sevilla para asistir al Festival de Cine Europeo de Sevilla. Un evento cinematográfico clave a nivel internacional en el que Johnny Depp presentó su segunda película como director.
Al llegar el viernes por la noche, lo primero que haría la estrella de Hollywood sería disfrutar de la gastronomía local desde uno de los restaurantes de alta cocina más aclamados de la capital andaluza, el restaurante Río Grande. Aunque ese día tan sólo haría ‘una primera toma de contacto’ en el local con su guardaespaldas.
Este restaurante histórico, propiedad del Grupo Carbón, es conocido por haber acogido en sus mesas durante décadas a la alta sociedad sevillana: desde artistas o actores hasta celebridades de todo el mundo.
A tan sólo unos pasos del emblemático puente de Triana, Río Grande se erige hasta lo más alto de la escena por servir una experiencia gastronómica centrada en el producto local y en la cocina de brasas. Una identidad que refleja en su carta centrada en pescados y mariscos procedentes de las costas malagueña y gaditana a través de platos diseñados por su chef Mariano Barrero, como el tartar de atún rojo de Almadraba, el pescaíto frito, el foie mi-cout con camarones, la lubina de Barbate; así como sus arroces con marisco o bogavante.
Sin embargo, la noche del viernes Depp tan sólo tomaría un par de cócteles, mientras seleccionaba la sala en la que cenarían al día siguiente por la noche, al acabar su intervención en el festival. Esa sería el Salón de Bóvedas, un espacio más íntimo oculto tras unas grandes cortinas, al que asistiría, esta vez, con algunos miembros del reparto como la actriz Antonia Desplat y algunos trabajadores de la productora A Contracorriente Films.
Dieciséis personas en total tendrían el honor de sentarse en esa velada exclusiva en la que compartieron platos típicos sevillanos y tapas de ensaladilla, jamón, lomo, solomillo al whisky o croquetas.
Desde que llegó al restaurante, se dice que Johnny Depp se pasaría toda la noche tapeando, conversando y saliendo a fumar a una de las terrazas del restaurante, a la vista de todos los comensales, que, como el resto de Sevilla, se quedarían en shock ante su presencia.