Nombres propios

Brays Efe: «He tenido que pelearme bastante para llegar a ser quién yo soy, más allá de mi profesión»

Consolidado como una gozosa anomalía en el audiovisual patrio, la leyenda de Brays Efe crece a pasos agigantados. La meta todavía está por dibujarse, pero el camino está lleno de cinefilia, personalidad y un jugosísimo anecdotario.

Brays lleva jersey de punto de MM6 Maison Margiela via Wow Concept.

Quizás ni siquiera él lo sepa, pero Brays Efe impone. A su alrededor, todos A su alrededor, todos coinciden en señalar su inteligencia o la facilidad que supone trabajar con él. Basta con un rato de charla para confirmar que su cabeza está repleta de referencias, que es un estudiante voraz de todo lo que le rodea. Un observador único que, por si fuera poco, posee talento más que de sobra para convertir toda esa información en arte. Teatro, cine, televisión, prensa, redes sociales… Brays Efe se adapta a cualquier medio, lo entiende y lo utiliza para mostrarse de la forma más auténtica. Es Neo en un Matrix muy particular llamado España, viendo a través de todos nosotros y llevándonos de la mano a las afueras de la caverna para entretenernos.

Sus orígenes alimentan aún más su mística, partiendo de Canarias, donde nació en 1988, pasando por Galicia o La Rioja, donde se crió y creció, hasta llegar a Madrid, donde conoció mil vidas y mil trabajos. Uno de ellos, Paquita Salas, explotó. Y el resto es ahora.

De entrada, el primer peaje de una entrevista a Brays Efe (la efe, por cierto, es de Fernández) consiste en reconocer que, en su día, él mismo desarrolló este género. En sus primeros pasos fue colaborador en varios medios y llegó a conducir programas de entrevistas en Flooxer y Vice. Qué menos que preguntarle qué recuerda y si tiene algún consejo. “Qué pregunta tan curiosa. La primera vez que entrevisté a alguien fue a Paco Roncero, para ICON. Estaba haciendo algo con una ginebra y después de entrevistarle nos invitaron a comer en el Casino de Madrid, así que gustosísimo. Tuve muy buena química con él y después aprendí que, en las entrevistas. hay que desordenar un poco las respuestas para que tengan personalidad y sentido, así que no me voy a ofender si lo haces. También recuerdo entrevistar a Úrsula Corberó para Vogue y, al acabar, irnos a comer el cogote de merluza del Ñeru. Lo disfruté tanto que no llegué ni a pasar el ticket”.

Brays viste una chaqueta de borreguillo estampada con capucha de JW Anderson de Wow Concept.

A pesar de haber recibido su bendición, no hace falta perpetrar ninguna elipsis. Roncero y el Ñeru abren la puerta para comenzar a hablar de gastronomía. La madre de Brays Efe, según él mismo cuenta, “fue cocinera durante muchos años. Y mi familia también se dedicaba a la hostelería”. Quizás por eso parece que vibra mejor alrededor de una mesa. Sin pensarlo mucho, recupera tres anécdotas: una cena con su amigo productor Enrique López Lavigne en Barcelona, en el restaurante Koy Shunka (“No sé qué celebrábamos, pero sé que celebrábamos algo”); el legendario cocido de Javier Calvo (“Después de un cocido ocurrió Paquita Salas”) y un asado en casa del mismísimo Ricardo Darín, en un cumpleaños de Úrsula Corberó, donde le contaron que “las brasas para hacer el asado tienen que ser irregulares, tienes que poner más en un lado y menos en otro, así te aseguras de tener todos los puntos de la carne para tus invitados”.

¿Ser social es el secreto para triunfar en el cine español? ¿Quién sale más, trabaja más?

“No sé si conozco la respuesta. Cuando me he reunido con amigos o he celebrado que algo va a suceder o ha sucedido, siempre ha estado presente la comida, pero eran eso, amigos. Quizás si eres más social conoces a más gente, pero luego depende a quién te encuentres; si es durante una fiesta, quizás le caigas peor”. Algo sabe este hombre, que cuenta con un extensísimo IMDB en el que ha demostrado sobradamente su talento. Más allá de la mencionada Paquita Salas, la serie de Javier Calvo y Javier Ambrossi sobre una representante de actores que convirtió a Brays en estrella, ha trabajado con Luis López Carrasco o Cesc Gay, ha protagonizado locuras underground como El fantástico caso del Golem o éxitos de plataformas como Orígenes Secretos. Ahora, está a punto de empezar a rodar Las delicias del jardín, la nueva película de Fernando Colomo.

Pero esto es solo ficción, porque en televisión ha trabajado con igual intensidad. “A mí me interesaría hacer de todo. Y siento mucho conflicto con la idea que tiene la gente de que puede decidir sus carreras. He abandonado esta idea de que puedo decidir lo que me va a ocurrir. Yo no estoy en las cabezas de los demás para saber cómo me ven”.

No siempre ha sido así, claro. La seguridad que demuestra este hombre del renacimiento se ha tenido que ir fraguando. “Esto ha sido una movida con la que yo me he ido enfrentando. Recuerdo que cuando me propusieron hacer Tu cara me suena me daba miedo que los directores pudiesen dejar de llamarme. Así que pregunté a unas cuantas personas, entre ellas a Isabel Coixet, si dejarían de trabajar conmigo porque yo dijese que sí al programa. Y me dijo que en absoluto. Aunque ahora que lo pienso, no he vuelto a trabajar con ella [ríe]”. Brays conoce la pequeña pantalla desde que, con 21 años, participase en un panel de Gran Hermano: “No lo hice muy bien. Es una de las pocas cosas que me dan vergüenza, pero también uno tiene que familiarizarse con ese sentimiento” y ha estado al frente de programas tan exitosos como Celebrity Bake Off. “Fue divertido hacerlo, pasar tiempo con Paula Vázquez, conocer a algunos de los concursantes, sen- tía que no era real. Además eran los participantes los que tenían presión, yo estaba allí comiendo helados. Ahora ha vuelto a TVE con Paula, pero no han contado conmigo. Supongo que comí demasiados helados”.

HAMBRE SIN LÍMITES

Hay tantos trabajos, tantas pequeñas y grandes colaboraciones en la vida de Brays, que hacer un repaso por todas ellas sería imposible. Pero se puede intentar. Por ejemplo, cuando María Teresa Campos le entrevistó para su canal de YouTube. “Solo compartí un momento con ella, ¡pero es que estuve en su casa! ¡Tenía el Ondas viejo! ¡El del caballo redondito! Cuando era niño, si estaba enfermo, mi madre se iba a trabajar y me dejaba un platito de fruta cortado viendo a María Teresa Campos. Estar con ella fue muy guay e inspirador. A su edad y en ese momento de su carrera estaba haciendo un programa para YouTube… eso tenía mucho mérito”. O cuando entregó a Dua Lipa un premio en los 40 Music Awards. “Tengo un gran recuerdo de aquello, porque lo entregué con Rosalía y justo antes actuó Aitana. Escucho mucho a Dua Lipa. No el nuevo disco [ríe]. Además, le propuse a Rosalía hacer un chiste, porque veníamos de un comentario sobre la lotería en la gala y le dije “¿Por qué no cantas como los niños de San Ildefonso, pero con tu estilo?” y dijo que no, que le daba vergüenza. Una pena, debería haberlo hecho”, recuerda.

Recientemente, quizás movido por su amplia curiosidad o por el entusiasmo innato que le caracteriza, ha sido presentador de los premios Feroz junto a Coria Castillo. En la gala, lanzó una pullita a Pablo Motos (maravillosa, escrita por Pilar de Francisco y Borja Sumozas), cuando le preguntó a Andreu Buenafuente cuánto tiempo había estado viendo El hormiguero para interpretar a un presentador anclado en el pasado. Lo cierto es que Brays nunca se ha empequeñecido ante un reto, ni tampoco ante dar un titular. En su estilo hay una honestidad y una forma muy directa de hacer las cosas que a para otros podría resultar demasiado extrema. No para él. “He tenido que pelearme bastante para llegar a ser quién yo soy, más allá de mi profesión. Todo depende de dónde pones el éxito. Cada persona decide donde lo sitúa. Yo he empezado aquí con Paquita Salas, que me ha hecho reflexionar mucho sobre lo que quiero y ahora siento que el éxito está en la honestidad. Si no pudiera ser honesto no podría disfrutar mi trabajo ni lo que me pasa”.

Toca ahora hablar de marcas. En un mundo en el que los influencers, pero también actores y presentadores, se comportan como buhoneros que venden crecepelo a la entrada del poblado, carentes de toda credibilidad, Efe ha sabido distanciarse de esa imagen, intentando siempre diseñar asociaciones honestas, que alimentasen su creatividad y en las que su autoría estuviese justificada. No en vano su primer trabajo pagado frente a una cámara fue en un anuncio, en el que hacía de sonidista (tenía una frase), para la marca de caramelos Halls.

“Era en una época en la que no tenía nada de dinero, porque ha habido muchas épocas en las que no tenía NADA de dinero. Hice dos, de hecho, le gusté al director y repetí”. Desde entonces, ha colaborado con J&B para crear una inclasificable obra de teatro llamada De repente (“Tenía mucho trabajo en aquella época y no sé si lo disfruté del todo, pero me llevo el recuerdo de cantar con Julia de Castro y Carlotta Cosials Like a virgin, de Madonna, al piano”); ha salido en el anuncio de Campofrío (“Me parece un honor que te llamen para el anuncio de Campofrío y lo saben en el sueldo que te ofrecen”), y últimamente todos le hemos podido ver en una campaña de Uber Eats, recreando uno de sus momentos más virales, un vídeo en el que se queja de no tener amigos con barco. “Me hizo gracia que rescatasen lo del barco.

Diego San José me dijo que es ‘la empanadilla de Móstoles millenial’ y lo llevo en el corazón”. No es la única vez que un stories de Brays se transforma en material para marcas: con Oreo ha colaborado en varias ocasiones, desde que su búsqueda a altas horas de la noche de un batido con sabor a estas galletas se convirtiese en un fenómeno.

Uno de los (muchos) referentes de Brays Efe es Joan Rivers. Tiene sentido que este actor y presentador vea en él un poco de la icónica humorista que llegó a cultivar una carrera en la que cabían late nights o películas con Burt Lancaster. Rivers también era hilarante, deslenguada, listísima y muy, muy auténtica. Sin ser un gran coleccionista, sí guarda en su casa una entrada de su show firmada por ella y varios ejemplares de su biografía, Enter talking, firmados también. “Solo tengo un autógrafo, el de Luis del Olmo. Se lo pedí de adolescente cuando vino a hacer algún directo a Calahorra. Fui con el colegio en cuarto de la ESO y a mí me expulsaron del aula antes de que pudiese hablar con él. Pero Sara, una compañera de clase, le pidió uno para mí y me lo regaló. Gracias, Sara. ¡Ah! Y también tengo un libro de Manuela Carmena firmado por ella. Me puso ‘Un beso y una flor’, y luego dibujó una flor”.

IRREMEDIABLE CINEFILIA

No puede uno irse de un encuentro con Brays Efe sin pedir alguna recomendación para ponerse esta misma noche. Su condición de oráculo es legendaria, igual que su lista con las mil y una películas que debe ver. De esa lista le quedan 198, aunque alguna se le resiste siempre, como La lista de Schindler. “Una de las mejores películas que existe es Playtime, de Jacques Tati, puedes verla sin saber lo que dice nadie y la seguirías disfrutando. También adoro su contrapartida, que es la misma película pero si la hiciese un pervertido, que es La ventana indiscreta. Me encanta su set, cada vez estoy más enamorado de los platós, de esas mentiras que crean ambientes muy concretos, en ocasiones psicológicos. En ese sentido se me ocurre también A vida o muerte, de Emeric Pressburger y Michael Powell. El Technicolor me apasiona, siento que en el cine actual falta fantasía”.

¿Comer en el cine? “No creo que en todos los cines y tampoco me pido la tabla de ibéricos en los luxury, pero sí estoy a favor. En su día colé un menú del Burger King para ver Deathproof de Tarantino, que fue un planazo. También recuerdo de comer en el Alamo Drafthouse de Brooklyn mientras veía Colossal y disfrutarlo al máximo”.

Toca cerrar. Y solo es posible hacerlo con una cuestión fundamental, algo que toda España se pregunta. Y no es si ha pasado ya por casa de los Javis, que obviamente sí.

Cuando le pregunto si tiene ya amigos con barco, se lo piensa mucho antes de responder: “Creo que no. Me he montado ya en algún barco, pero no tengo amigos con barco. Me han ofrecido ir a barcos, pero gente muy rara. Me llegan mensajes por el vídeo, pero veo mucho noir y no me fío. En un barco solo me subo cuando tenga mucha seguridad en con quien voy. Además, me mareo. No es la experiencia que más me ha gustado”.

CRÉDITOS

Fotógrafo: Adrián Ríos.

Estilismo: Paula Alcalde.

Maquillaje: Nerea Fresneda.

Ayudante de fotografía: Ana Equizabal.

Producción: Leonardo Berbesí y Marco Garcés.