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El escenario de esta pesadilla ecológica fueron las cavernas de Carlsbad, en Nuevo México. Una persona tiraría una bolsa de Cheetos allí dentro, y acabaría desencadenando una reacción en serie de efectos negativos en su ecosistema subterráneo.
En cuestión de horas, el maíz procesado de los Cheetos formó moho por todas partes, extendiéndose desde el suelo hasta el techo, y las formaciones cercanas. Lo invadió todo, llevando a que grillos, arañas y otros insectos acudiesen en multitud a la bolsa, y distribuyesen los nutrientes por toda la cueva. Después de todo el caos, la contaminación se esparció.
Los responsables del Parque Nacional de las Cavernas de Carlsbad afirmaron que los restos de Cheetos proporcionaban un entorno ideal para albergar hongos y vida microbiana, ya que el maíz procesado del aperitivo se ablandaba con la humedad de la cueva. Es por ello que en las cuevas no se permite comer ni beber.
El NPS comunicó que los guardaparques estuvieron unos 20 minutos retirando el moho y los detritos extraños de las superficies de la cueva. ‘A escala de la perspectiva humana, una bolsa de bocadillos derramada puede parecer trivial, pero para la vida de la cueva puede cambiar el mundo‘, señalaron.
