Una buena comida no se entiende sin un postre que ponga el mejor broche a un menú redondo. Es como el epílogo de un libro, que alarga la satisfacción de una lectura que nunca quieres que acabe; como la traca final de los fuegos artificiales que despide las fiestas hasta el año que viene. Incluso como el beso de una película romántica antes de que aparezca el “The End” o los siempre esperados bises en un concierto que siempre llegan acompañados de la canción más emblemática. Y es que lo bueno, el mejor bocado, se suele dejar para el final.
El postre también y por eso es tan especial. Es el bocado sublime, irresistible, de puro disfrute que se come a cucharadas, compartiéndolo o no. Normalmente, las recetas del postre las relacionamos con las frutas, el chocolate, los lácteos o el caramelo. Pero hay nuevos ingredientes que irrumpen en la escena repostera para crear así los postres vegetales, elaborados con verdura, fruta u hortalizas de temporada. De esta forma se saca el máximo partido al sabor y a la estacionalidad para aportar un toque original y divertido.
¿Qué más? Son ligeros y digestivos. Opciones más saludables y apetecibles, que favorecen el proceso alimenticio, siendo igual de deliciosos, pero mucho más novedosos al paladar. Se incorporan a la lista de la compra la alcachofa, remolacha, zanahoria, calabaza o berenjena para ofrecer un nuevo concepto de repostería que hará las delicias de cualquier amante de la buena cocina y, por ende, de la gastronomía de Paradores. Porque son los restaurantes de esta red hotelera los artífices de esta nueva y sabrosa propuesta, que además de ligera y equilibrada, se adapta a muchas de las intolerancias y alergias actuales.
Como marca embajadora de la gastronomía regional y de los ingredientes de cercanía, Paradores lleva años investigando y actualizando el legado culinario de cada zona para aplicarlo sobre su oferta culinaria. Con esta propuesta de postres vegetales abarcan tartas, bizcochos, cremosos, puddings, pasteles o flanes en un amplio surtido donde acomodar los mejores productos de la tierra. También alguna sorpresa como la kombucha, la bebida natural y probiótica de origen chino que se puede encontrar entre los muchos ingredientes del variado surtido de postres vegetales.
Ahora el viaje tiene una parada obligatoria en un Parador para, ya en su restaurante, probar estos nuevos y deliciosos postres vegetales que ofrecen la cara más dulce y desconocida de la huerta. Aquí va una selección con la que ir abriendo el apetito.
Brownie de remolacha junto al mar
Incorporar a uno de los postres más famosos del mundo, el brownie, el sabor de la remolacha (y sus beneficios) es todo un acierto. Sobre todo, cuando se combina con la semi acidez del coulis de cerezas y los densos matices de la crema de café. Un maravilloso pecado que el vanguardista Parador de Costa da Morte ofrece en sus instalaciones, donde es fácil dejarse hipnotizar por la espectacular panorámica a la salvaje playa de Lourido al tiempo que se disfruta de este postre.
Cremoso de alcachofa como un homenaje al territorio
Amada por muchos cuando llega la temporada, la alcachofa se presenta aquí en una versión novedosa. Un manjar Mediterráneo que se puede degustar a orillas del Mare Nostrum, en el Parador de Benicarló, como un postre único y ligero que regala todo el abanico de matices (terrosos, dulces y amargos). Tras la comida, nada como descansar en este oasis a pocos pasos de la playa.
Tarta de kombucha y la brisa del Atlántico
En toda buena carta de postres no puede faltar una tarta y esta, tan diferente, forma parte de la propuesta culinaria del moderno Parador de Cádiz. Sorprende por su elemento estrella, el té kombucha, la bebida milenaria de moda, natural y probiótica, que presta su efervescencia y acidez en este irresistible postre. Eso sí, con aroma de lima y limón, y dulcificado con la textura del merengue italiano. Para hundir la cuchara al tiempo que se maravilla uno con las vistas del Atlántico, cómplice de este dulce «pecado».
Flan de calabaza y zanahoria con las montañas de fondo
La versatilidad de la calabaza y de la zanahoria se ven realzadas en este apetitoso flan gracias al toque cítrico de la mandarina en una textura clásica, pero de novedoso sabor. Una delicia que está a la altura del impresionante monasterio benedictino de San Pedro de Villanueva donde se erige el Parador de Cangas de Onís. Este histórico recinto vinculado al linaje de los reyes astures y templo gastronómico sin igual está situado en el incomparable marco verde que retratan los Picos de Europa.
Ganache de hinojo entre historia y naturaleza
La clásica emulsión de chocolate y nata con la que normalmente se elabora la ganache desaparece aquí para sorprender con el anisado toque del hinojo, la frescura que aportan el melón y el pepino, y la esencia especiada que otorga el jengibre. Se degusta en el Parador de Chinchón, un convento del siglo XVII en el que conectar con la historia y la naturaleza (imprescindible es un paseo por sus bonitos jardines).