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La cerveza se toma fría, sea la estación del año que sea. Una especie de sentencia que vincula a todos los consumidores de esta bebida que probablemente se hayan planteado en algún momento esta cuestión. Pues bien, la respuesta a esa pregunta la acaba de dar un colectivo de científicos chinos a través de una investigación publicada en la revista Matter.
Las mentes detrás de ese estudio fueron Jiang, Xiaotao Yang y todo un equipo que se encargó de examinar la estructura de las moléculas de alcohol etanol en el baijiu, un popular licor chino, a diferentes temperaturas.
Todo empezó hace dos años, momento en el que ambos científicos estaban bebiendo cerveza juntos, y se hicieron la pregunta: ‘¿Por qué el baijiu chino tiene una concentración de alcohol muy particular?’. El colectivo decidió entonces llevar a cabo la investigación examinando la estructura de las moléculas del alcohol; viendo que cuando tienen una mayor concentración de etanol éstas están agrupadas de extremo a extremo en cadena, y en las bebidas con menos concentración de etanol, las moléculas aparecen ‘más a racimos tetraédricos o piramidales’. Los investigadores también llegaron a la conclusión de que la versión ‘en cadena’ sabía más a etanol.
En este sentido, los grupos de etanol de la cerveza se asemejan a las cadenas a temperaturas más frías y crean pequeñas pirámides cuando se calientan. Por lo tanto, la cerveza pierde su sabor a etanol a medida que aumenta su temperatura. ‘A bajas temperaturas, los cúmulos tetraédricos (con forma de pirámide) se convierten en la cantidad de baja concentración, y por eso bebemos cerveza fría’, explica Jiang.