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Aitor Menchaca es un viticultor peculiar. Cuando cumplió 50 años, hace ahora tres, en vez de darle por comprarse un Ferrari y echarse amantes —bromea— le dio por comprar parcelas y recuperar viñedos centenarios. De hecho, el nombre de sus vinos ‘100 palos’ viene de ahí: 50 palos suyos y 100, los de sus parcelas. Menchaca no se dedicaba a hacer vino ni al campo ni a nada que tuviera que ver con la agricultura, pero siempre ha trabajado para él mismo, que es justo lo que le permite seguir haciendo lo de elaborar vino. Siendo bilbaíno de nacimiento, en vez de darle por Denominaciones de Origen del norte de España, vio potencial a los vinos de Madrid. Es un viticultor peculiar también porque en vez de ver la viticultura como un nido de problemas poco rentable, la entiende como una oportunidad y un plan de jubilación divertido. Y como va de la mano de su amigo Juan Carlos Sancha, además de divertirse, está tranquilo.
¿De dónde surge la idea de hacer vinos en El Molar (Madrid)?
Hace unos años, tuve tiempo y dinero y me puse a viajar por todo el mundo haciendo vídeos de viñedos desde el aire tanto a Australia, Sudáfrica, Chile, Argentina, México, Estados Unidos, Francia… Esto fue durante los cuatro años que estuvo mi mujer destinada en México. Volví y yo ahora mismo tengo una vida relativamente cómoda y fácil, vivo de alquilar cosas. Con eso y un dinero que tenía ahorrado, en vez de meterlo en un plan de pensiones, decidí invertir unos 100 mil euros en parcelas. El primer año fue en 2020 y me costó más de año y medio convencer a Juan Carlos Sancha para que me ayudara.
Te costó convencer a Sancha la mitad de lo que le cuesta producir a una viña nueva…
Le tuve que llevar al sitio. Vimos que las garnachas eran impresionantes, que tenían otras características respecto a otras zonas de las garnachas. Y entonces ahí ya le convencí. En septiembre de 2020, el primer año, compramos uva para hacer dos barricas, que es donde experimentamos. Hicimos 1240 botellas, que son 200 cajas y se vendieron rápido. El año siguiente hicimos 600 botellas de blanco; 100 cajas que no saqué a la venta porque le faltaba chicha. No tenía 100 palos, estaba por los 50 o 60 palos, no estaba como Dios manda. Y 2300, 2400 de tinto, de garnacha. En el 22, que lo embotellamos hace un mes o así, ya salen 1200 de blanco que son 200 cajas. He hecho 300 magnum y unas 3900 de tinto. De hecho, me voy a Hong Kong por eso, porque tengo que empezar a moverme bien.
¿Para distribuir en Asia?
Sí, para distribuir. Aquí en Madrid lo tengo, por ejemplo, en el restaurante Chirón, El Pedrusco y la Tasquita de Enfrente. En el norte lo tengo en el Güeyu Mar, y eso que es un restaurante de pescado.
¿Con qué lo acompañarías tú?
Perfectamente con pescado a la brasa, pero hay gente que no lo ve así. Piensa que es un vino que, sin ser dulce, tiene mucha fruta. No llega a los 12 meses en barrica, suele estar 11 y medio, porque vacío las barricas para hacer la siguiente vendimia. En nuestro caso, la única vez que tocan el depósito de inoxidable es cuando se ponen todas las barricas juntas para clarificar. No puedes clarificar barrica por barrica, bueno, poder sí, pero es ridículo. Y luego tampoco el vino sería homogéneo, porque entre las barricas hay mucha diferencia.
Además de las diferencias de uva por variedad y parcela.
Mucha. Este año más o menos va a salir el mismo vino que en el 2022, un poquito menos de tinto. Cuando hicimos la primera vendimia, salieron unos 300 kilos de uva por hectárea, el siguiente año 800, este año mil…
¿Es por el proceso de recuperación, al ser viñedos abandonados?
La recuperación es lenta, hay muchas faltas y las plantas nuevas tardan. Tardan tres años en dar uva, que la idea es vendimiarla por separado.
¿De qué variedad repones?
De garnacha. El clon es garnacha 329, que es la mejor. Bueno, la mejor, según Sancha y yo lo que diga Sancha. Si tienes un asesor es para hacer caso.
¿Cómo lleva alguien que no se dedicaba a la agricultura toda la burocracia complicadísima que lleva el campo?
La vida te cambia. Por ejemplo, miro a diario la aplicación del viento o la estación meteorológica que tengo. Estoy todo el día pendiente del clima. Y como eso, todo lo demás.
¿Coges influencias del vino que te gusta?
De todo el mundo.
¿Le dices a Sancha “quiero esto”?
Sí, yo tenía claro el tipo de vino que quería.
¿Cómo es ese vino?
Me gusta que el vino sea afrutado, que tenga fruta y no tenga mucha madera. La madera la tiene que equilibrar, le tiene que dar una dimensión, un volumen, pero no tiene que primar, le tiene que dar unos matices. Las barricas de roble francés son nuevas y le dan unas vainillas que no suelen tener. No me gusta que sea un vino, por decirlo, con mucha capa. Más tipo pinot noir, tipo garnacha… Si me gustara con capa estaría buscando tempranillo o mencía.
El tempranillo se hace mucho en El Molar.
En esta zona lo llamaban cencibel, porque ya sabes que cada uno quiere tener su peculiaridad. Ahora mismo estamos haciendo un solo vino. Bueno, blanco y tinto, pero la idea es poder hacer un vino de paraje. Cuando llegue el momento de los vinos de paraje, no sé si se mezclarán blanco y tinto a la vez.
¿Tienes variedades que no sabes qué son?
Sí, a veces pasa. Hay una planta que pensamos que era una cosa rara y al final era una garnacha. Para saber lo que es una planta lo más seguro es comprar el portainjerto y el injerto. Si tú coges una semilla de una uva de garnacha, no está garantizado que realices alguna garnacha, porque igual han polinizado con otra planta. Por eso hay cosas raras y nosotros tenemos cosas raras. Son parcelas de 1920, 1930, 1940 y eran multivarietales.
¿Por las plagas?
Sí, así cuando te entraba una enfermedad, cada planta estaba en diferentes estados de floración. Entonces si te entraba el oídio no arrasaba con todas. Arrasaba con las que le tocara justo en mal momento. Ponían también el blanco para quitar potencia a las uvas, porque muchas son tintoreras.
De todos los países vitivinícolas que conoces ¿cuál es el que te ha despertado más la curiosidad?
Conocí a un italiano en Chile que hacía vino experimental y me encantó. Y Georgia también me abrió mucho la mente. Me gustaría volver y poder traer alguna de las varietales que hay allí. Es un país que me pareció espectacular por las variedades y el tema de las tinajas, los quiebres y todo el tipo de mantenimientos que hacen.
¿Has hecho algo en tinaja?
No he hecho nada en tinaja, pero sí tengo pensado hacer algo. Hay que elegir el tipo de barro, porque no todos los barros son iguales. De hecho, estuve hace poco en Galicia con un tipo que hace tinajas y luego las quema con resina. Quiero hacer ahí una prueba, a ver cómo se sale. También hay un barro negro que se hace en Oaxaca, que es arcilla negra. Una vez probé un mezcal que estaba en una tinaja de barro negro y tiene su punto de diferencia. Lo que sí creo es que hay que dedicar siempre un poquito el vino para hacer experimentos y para probar cosas nuevas.
Estar dentro de una denominación de origen ¿corta alas o da impulso?
De mis vinos, el 20 no está dentro de la D.O., el 21 sí y el 22 entendemos que también. Sin ella es difícil ponerse a vender en el extranjero. Hay algunos que se salen de las D.O. de La Rioja, pero son gente que tiene un nombre. Estar dentro de la D.O. tiene sus cosas malas y sus cosas buenas. Las buenas todavía no las he visto, si te soy sincero. Me gustaría que la D.O. incluyera la pardillo, porque le da acidez muy buena al vino. No entiendo que no esté siendo una uva de Madrid. Le da al vino de Madrid la singularidad de la zona.
¿Cómo le da a un bilbaíno por la D.O. Vinos de Madrid?
Cuando estuve en Estados Unidos vi que es un buen negocio el tema del enoturismo. Pero para que te hagan visitas, tienes que estar en un sitio bonito, tener el viñedo acondicionado y tener las parcelas para ese fin. De hecho, quiero comprar unos mini Jeeps para que la gente haga rutas. Tenía que ponerme en Barcelona o en Madrid porque son las ciudades grandes. Es una cuestión de tamaño. Luego aquí hay unas uvas de cojones. Entonces digamos era todo. Y al lado de mi casa, a 20 minutos de mi casa.
Y vendimias a mano, claro.
En cajas de 15 kilos.
¿Qué tal encontrar mano de obra?
Un desastre. Este año cogí a través de los cauces oficiales cinco personas y cogían menos y peor que los que siempre lo están haciendo en el pueblo. De la diferencia de coste ni te cuento. Y encima cogiendo cualquier cosa, ni seleccionaban. No hay mucha mano de obra cualificada.
De la poda entonces no hablamos.
Eso lo hago yo todo. Excepto la vendimia, de la poda y el resto, me ocupo yo.
¿Quién te enseña a podar?
Sancha. Alguna saldrá mal, pero errores más caros he tenido en mi vida. Me gusta podar, es un descojono. Si algún día alguien me grabara…, suelo tener conversaciones con las plantas porque, mira, una planta normalmente tendría que tener tres o cuatro brazos y un par de pulgares que son con una yema, dos yemas y tal. Aquí están las que estaban para vender a la cooperativa que sostenían hasta 11 brazos y se podan hasta 30 o 40 pulgares. Todas esas las he tenido que reconducir, cuando eran pequeñas, cogieron un sarmiento, hicieron un círculo y de ese sarmiento le sacaron brazos. Así, claro, tenían más producción. Las veo y les pregunto: “¿A ver, por dónde vas? ¿Por dónde quieres salir?”. Yo creo que con 300 o 400 plantas ya nos conocemos porque ya han sido dos añitos podando y conversaciones hemos tenido, sí.
¿Hay algo que no te guste de hacer vino?
Tampoco es que me disguste, pero lo que menos me gusta es que sólo lo puedes hacer una vez al año. Es decir, tú te pones a hacer percebes y te pueden salir salados esta semana, pero el domingo que viene les puedes corregir la sal, o el punto de cocción… pero al final te salen. Pero con el vino sólo puedes cocinar una vez al año, sólo puedes podar una vez al año.
¿Qué es lo que más te ha sorprendido de la viticultura?
Lo bien que se está trabajando y lo a gusto que me siento en el campo. Lo mejor de los viñedos son las zonas que no hay cobertura. Se está de cojones.
¿Qué consejo te gustaría que te hubieran dado?
Qué consejo que no me hayan dado, porque me han dado muchos. Sancha me ha dado muchos. Pero a veces, pasan cosas que te acuerdas de los muertos de todo. Por ejemplo, cuando el verano pasado de repente me di cuenta de que de las 3000 plantas habían secado 2800 por la sequía. Aparte del dinero, es el montón de horas de esfuerzo que has invertido. Este año ya no me pasó eso, porque en vez de plantar 3000 plantas, planté 1200 y en vez de en todos los parajes, en sólo uno y puse unos depósitos de agua. Es un consejo que me he dado yo solo.
Además, lo querías trabajar tú.
Es un plan de pensiones. En dos años, cuando tenga 20 o 25 mil botellas, a un par de euros por botella, me parece un buen plan para vivir medianamente jubilado; poder disfrutar o tener excusas para viajar. O simplemente tener la pelota ocupada. Que a la mínima que la gente deja de usar la pelota, se le va.
¿Dónde podemos comprar tu vino?
Por la web, principalmente, y en la propia visita a Menchaca Wines.
¿Cómo ves el futuro del sector?
Creo que el sector está un poco prieto. Hay mucho estocaje. En España se han centrado en producir más a precios que a calidad. De hecho, creo que el único país competitivo con España es Sudáfrica. Y allí la mano de obra es una esclavización legal, porque trabajar por una miseria las horas que trabajan y en las condiciones que trabajan… En Portugal, los vinos buenos hay que pagarlos como aquí o más que aquí. Hay vinos más baratos que aquí, pero no son buenos. A la hora de hablar de vinos de calidad, Portugal es igual que España. No entiendo la estrategia de España de producir toneladas y toneladas de vino para tirar los precios.
¿Cómo ves tu futuro?
Muy interesante. Trabajando, conociendo a gente interesante, contento y feliz. Además, el primer año, no tenía nada. El segundo, tenía vino para vender y vino haciéndose, este año tengo vino vendiéndose, vino haciéndose y para hacer. Tengo los tres estados de vino.
Y sobre el enoturismo, ¿cómo llevas esa actividad?
Estoy haciendo visitas, hago eventos en los viñedos… Es una experiencia para pasar el día. No tengo bodega, utilizo la cooperativa del pueblo. Allí se está de maravilla, se ve Madrid al fondo y no molestamos ni nos molesta nadie.
Para más información, compra de vino y reserva de experiencias, visita su web.
Foto destacada: Gonzalo Jiménez