Reportajes

La historia del café asiático nacido en Cartagena

Café, leche condensada y coñac: el café asiático, típico de Cartagena, es una mezcla deliciosa que seduce paladares.

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El director de cine español Álex de la Iglesia se los bebía de dos en dos, incluso de tres en tres. Cuando llegó a Cartagena para rodar la película La chispa de la vida (Salma Hayek, José Mota…) quedó atrapado por dos cosas: el Teatro Romano, escenario de su historia y una pócima llamada café asiático. Decía que lo único que no le gustaba de la bebida es que la copa donde se sirve es pequeña, “debería ser más grande, por eso pido dos o tres y me los ponen en un solo vaso más grande. Es un inventazo. Me cambió la vida”.

Lo cierto es que el café asiático, nacido en la ciudad de Cartagena en el siglo pasado, es ya todo un icono de la gastronomía. Elaborado con mimo, combina de manera armoniosa café, leche condensada y coñac, aunque en años posteriores se le sumó –para crítica de los más puristas- un chorrito de Licor 43, (fabricado en Cartagena), unos granos de café, una pequeña corteza de limón y un poco de canela. Este diríamos que es el café asiático Premium.

Ilustración: Leonardo Berbesí.

De esta curiosa mezcla, resulta una bebida energética que ha traspasado fronteras en el mundo y que han compartido históricamente ricos y pobres, príncipes y plebeyos… Un café del pueblo que se ha popularizado entre hombres y mujeres, en los antros más oscuros y también en los restaurantes más luminosos con estrella Michelin… pero ¿quién inventó el asiático?

Las dos teorías de su origen

Sobre este asunto se ha escrito y dicho mucho y son dos las teorías que han permanecido vivas con el paso de los años. La primera sitúa su origen en los bares de la zona portuaria de aquella Cartagena de principios del siglo XX, cuando a sus muelles atracaban barcos de las Indias orientales y sus marineros desembarcaban y pedían para entrar en calor un café con leche condensada cargado de brandy.

Los paisanos que vieron a esos marineros tomar una y otra vez aquella curiosa mezcla empezaron a pedirla también. La conversación con el camarero era muy simple: “ponme lo mismo que toma el asiático”. Y así, poco a poco, se popularizó en la ciudad este café que terminó llamándose ‘un asiático’.

La segunda teoría del origen de este café tenemos que ubicarla en El Albujón, una diputación de Cartagena, histórico cruce de caminos con la carretera nacional a Madrid y en el lado opuesto al mar, en las entrañas del campo. Allí, en 1947, asegura su familia, fue Pedro Conesa ‘Pedrín’ quien ideó la fórmula.

Todo surgió cuando a este ‘Pedrín’, que regentaba un bar, se le rompió el castillo del filtro de la cafetera, lo que provocó que quedasen unos oscuros posos de café a la hora de servirlos, por no decir el sabor amargo que tenía. Aquello era imbebible.

Aquel filtro roto podía arruinar la de por sí ya maltrecha economía de una familia que intentaba sacar sus vidas adelante en ese periodo de entreguerras. Sin venta de café la cosa no pintaba bien. Los problemas para solucionar la rotura eran dos: por un lado, el económico. Y el segundo, que al ser una pieza italiana, el repuesto tardaría mucho en llegar.

Ante la angustiosa situación, cuentan, a Pedrín se le ocurrió echarle creatividad al asunto y decidió ponerle a ese café amargo un chorro de brandy, leche condensada y vaporizarlo todo para disimular los posos. Aquello funcionó y los clientes, curiosos por la forma de preparar esa nueva mezcla, comenzaron a pedirlo.

No sólo el sabor y la historia son curiosos en el café asiático, también la copa específica donde se sirve

Después llegó el nombre, según ha contado la familia, lo de ‘el asiático’ se puso para diferenciarlo de otra bebida que se servía en esos tiempos en otra diputación vecina, Los Dolores, que servían un brebaje llamado ‘el ruso’.

La combinación funcionó y el café se convirtió muy pronto en una bebida muy demandada, lo que trajo el desahogo económico a la familia.

El bar el Pedrín era entonces, hoy menos por la proliferación de autovías, paso obligado y lugar de parada de aquellos que transitaban entre Cartagena y Murcia por razones de trabajo o ‘papeleo administrativo’ o también en días de partidos de fútbol o corridas de toros.

La expectación generada por aquel café asiático llegó a todos los rincones. Por el bar han pasado desde entonces músicos, actores y toda clase de políticos, almirantes, incluso el hoy rey emérito y entonces príncipe Juan Carlos de Borbón (cuando estaba destinado en la Academia Militar en San Javier) tomó el asiático de rigor.

Estas son las dos historias que la tradición popular ha hecho suyas para contar la vida de un café que une a familias, amigos, gentes de la cultura y la política a cualquier hora del día o la noche.

Pero si es curiosa su creación, lo es también la copa donde se sirve este café asiático. La auténtica copa, llamada inicialmente copa de campana fuerte, aparece por primera vez en 1908, de la mano de la fábrica Unión Vidriera de España, ubicada en Santa Lucía (Cartagena).

En su origen se utilizaba para vermut, aunque pronto empezó a utilizarse casi exclusivamente para el café asiático.