La madrileña Puerta de Alcalá son “los dominios” de Jorge Ramsés Llovet Tarodo (Madrid, 1972), el propietario del grupo hostelero bautizado con su segundo nombre. Allí encuentran el restaurante Ramsés, la coctelería ‘clandestina’ The Kave, la taberna neocañí Patio de Leones (y el café cantante Flamenco de Leones) a los que se ha sumado, hace un par de meses, Lady Bongo, el primer “Tiki” bar que abre en la capital desde los años setenta y ochenta, cuando la cultura polinesia y exótica llegó por primera vez a Madrid.
¿Cómo recuerda la puerta de Alcalá a finales del siglo XX?
Mis amigos del gremio me decían que estaba loco, cuando contraté a Philippe Starck para decorar el restaurante Ramsés que iba a abrir en la Puerta de
Alcalá. La gente sólo pasaba por ahí para hacerse una foto e irse corriendo. Eso era hace 17 años, pero nosotros siempre supimos que, tarde o temprano, eso iba a cambiar y que la Puerta de Alcalá tenía que convertirse en el centro del magnetismo del lifestyle de la ciudad. Y eso ya ha pasado.
Al final, las ciudades se van moviendo, van cambiando, tienen vida propia. Y nosotros intuíamos que este cruce de caminos de la calle Serrano con el parque imperial y la mejor zona de museos del mundo, acompañado del gran regalo del Paisaje de la Luz como patrimonio de la UNESCO, terminaría por despuntar con este efecto tan poderoso que, a día de hoy, se está produciendo, con la ayuda y trabajo de grandes operadores, no sólo nosotros.
¿De dónde surge su vocación hostelera? ¿De familia?
Yo soy licenciado en Marketing por la ESIC, pero desde que empecé la carrera me dediqué a organizar fiestas universitarias para Nochevieja: trabajaba seis meses para que el día 31 de diciembre la gente fuera feliz. Porque hubo una época en la que la del 31 de diciembre era la noche más especial del año…
Poco a poco, fui conectando con el mundo del evento y con el mundo de hacer feliz a la gente y crear momentos especiales. No tenía ningún tipo de vínculo familiar: soy la primera generación de mi familia que se dedica al sector y lo que ha sucedido es que me he enamorado locamente de un oficio muy sacrificado y muy comprometido, que es el de servir y hacer que los demás vivan momentos muy especiales. Empecé con un bar pequeñito en la Puerta de Alcalá, en 1996, el bar Independencia, y ahí fue donde entendí que la hostelería podía ser algo que se trabajara día, tarde y noche. En el Independencia desarrollé el primer prototipo de espacio que abría a las 07:30 para dar desayunos y seguíamos con los aperitivos, las comidas, los menús y las copas de la tarde y la noche.
Entendí que la restauración podía ser un viaje de sol a sol y ese concepto fue clave en mi carrera. Pero esto que parece fácil entonces era muy difícil, porque antiguamente en los restaurantes sólo se comía y en las discotecas sólo se bailaba. Éste es el gran cambio que empezó a producirse a finales de los 80, gracias al talento de Philippe Starck, que desarrolla ese tipo de espacios multiuso. Y lo decido traer a Madrid. Antes de abrir Ramsés conocí todos los locales de Phillippe Starck por el mundo. Todos: Hong Kong, Buenos Aires, Nueva York, París, Londres…, para adaptarlo a lo que nosotros creíamos que era nuestro modelo madrileño. Cuando abrió Ramsés en 2007 era el local más innovador de España. No existía un sitio que trabajara la gastronomía, los eventos, la noche, la mixología, la música… Fue el local que elevó la Puerta de Alcalá.
Ahora ha abierto Lady Bongo con decoración del equipo de diseñadores Jouin/Manku, a los que también ha encargado la redecoración de Ramsés… ¿Siente que traiciona a Starck?
No, al contrario. Philippe Starck siempre será muy importante en nuestras vidas. Pero al igual que las corrientes y las artes cambian y evolucionan, las tendencias de interiorismo también evolucionan. Philippe Starck hizo una labor magnífica, pero lo que la gente busca ahora es una frecuencia diferente, un poco menos rococó, menos elegante: cosas más desenfadadas… y nosotros, sin perder ese ADN francés que nos ha caracterizado siempre, hemos querido invitar a otro grandísimo artista que es Patrick Jouin, que además es discípulo de Philippe Starck.
¿Cómo decidisteis abrir Lady Bongo, un bar-restaurante inspirado en la cultura tiki de Hawai?
Hemos querido rescatar los clásicos tiki bar hawaianos de los años setenta y ochenta, reinterpretados de la mano de Patrick Jouin con un concepto muy cool y muy sexy y con una cocina muy saludable. Los tiki bar son una oda al escapismo y hemos hecho que te sientas como si hubieras ido de viaje. Hemos puesto un acuario de peces tropicales y está decorado con mucha madera y bambú: algo muy exótico, pero al mismo tiempo muy cool y contemporáneo. Llevamos más de 2000 viajes en los últimos años para inspirarnos en todo lo que pasa por el mundo, para reinterpretarlo.
Aparte de los aspectos decorativos y visuales, importantísimos en vuestro grupo hostelero, ¿cómo cuidáis el aspecto gastronómico?
En todos nuestros proyectos buscamos siempre la excelencia de la materia prima. Da igual que sea una taberna, un tiki bar o un restaurante francés. Para Lady Bongo hemos viajado por la Polinesia y es una cocina muy viajera, con ceviche, con niguiris, con gyozas, pero siempre con un máximo respeto a la materia prima. Queremos que el protagonismo se lo lleve el cocinero, pero en nuestros proyectos el cocinero es una variable más. La gastronomía hay que cuidarla al máximo pero forma parte de un conjunto de variables donde también están el diseño, la localización, el concepto, la música, la coctelería.
¿Come a diario en sus locales?
¡A diario! ¡Y no me canso nunca! Me encanta descubrir sabores y probar recetas… También hay que salir y ver sitios, pero la mayoría de mis ‘visitas’ son a mis establecimientos.
Foto destacada: Davit Ruiz.