Para ser universal hay que ser local”. La frase, que encabeza la carta de Zaranda hace tiempo, es de un mallorquín de pro como el genial pintor y escultor Joan Miró i Ferrà, pero Fernando Pérez Arellano la ha hecho totalmente suya desde que aterrizó en la isla balear en 2010 con unos resultados incontestables. Primero fue la recuperación de la ilusión en el Hilton Sa Torre tras pasar unos últimos meses complicados en Madrid (donde atesoraba una estrella desde 2006), y después, en 2013, el salto definitivo desde esa inmejorable ubicación que es el hotel Castell Son Claret. La recompensa más obvia ha sido la obtención a finales de noviembre de la segunda estrella Michelin (convirtiéndose en el único biestrellado de la isla), pero lo que de verdad importa es el reconocimiento de un público fiel a sus propuestas, que logran ese ansiado equilibrio entra la tradición y un punto vanguardista que no apabulla sino que aporta, ajena a las modas pero capaz de aprovechar las últimas técnicas cuando estas sirven para realzar el producto. Si a eso le sumamos la eficiencia de Itziar Rodríguez en la sala, un ambiente más que logrado (ese patio que sirve de terraza estival…) y la creciente pasión por la isla que se desprende en cada detalle, el resultado es inmejorable. Que no te lo cuenten.
La gamba de Andratx acompañada de acelga e infusión es uno de los platos estrella del menú degustación de Arellano (135 €), que también presenta platos tan atractivos como el tributo a la anguila poblana, ‘Los tres cerditos’ o las deliciosas mieles de Tramontana.