Antonio Resines (Torrelavega, Santander, 1954) es uno de los actores más queridos y carismáticos del cine español. Después de coger la Covid-19 nos tuvo en vilo a todos los españoles durante 36 días. Ese fue el tiempo que estuvo en la UCI del Hospital General Gregorio Marañón de Madrid. Tras superarlo, asegura que ya se encuentra en plena forma y en un estado magnífico, y ha vuelto a retomar su vida pública y sus proyectos, y lo ha hecho presentando una comedia sobre la amistad y el desencanto de la vejez titulada Sentimos las molestias, que se puede ver en Movistar Plus+, además de rodar un par de anuncios y empezar a trabajar en una película que seguirá en septiembre.
¿Cómo te encuentras?
Bien. No tengo ninguna secuela, solo algún dolor en las articulaciones, pero nada más. Así que estoy estupendamente, muchas gracias por preguntar.
Durante tu ingreso en la UCI cuentas que has tenido muchos delirios en los que afirmabas que soñabas con Franco, Hitler, Mussolini…. ¿No podías haber pensado en otros personajes?
Eran alucinaciones, pero, fundamentalmente, vivía en una conspiración permanente y aparecía gente de esta época y de otras, aunque pasaba de ellos. Pero salía más la reina Isabel II. Todo estaba relacionado con cosas que habían pasado, que había visto, que había leído. Todas mis alucinaciones eran malas porque correspondían a mi estado físico, y cuando estás mal, lo que sueñas es que te estás muriendo. En el fondo, yo estaba todo el tiempo pensando que me iba a ahogar, que me iban a tirar desde un séptimo piso o que se morían personas que estaban a mí alrededor, era todo bastante siniestro. Lo cuento con humor, pero la verdad es que no era muy gracioso.
En abril se estrenó tu último trabajo en Movistar Plus+, Sentimos las Molestias, en el que interpretas a Rafael Muller, un director de orquesta egocéntrico y soberbio.
Lo has definido perfectamente. Es egocéntrico, soberbio, tirano, muy buen músico y excelente director de orquesta, pero es un tipo que no está hecho para la vida social.
¿Te has encontrado en tu carrera a algunas personas parecidas a Rafael?
Algunas, sí. Hay directores de cine, sobre todo de la vieja escuela, que son un poco prepotentes. La gente de ahora, no, son mucho más razonables. Algunos mandan mucho, y no creo que se pongan en el lugar de los demás, pero son excepciones. Y con algunos de los que te digo que sí son así, no he trabajado.
Cuándo te proponen un guion, ¿qué es lo que más valoras para aceptarlo?
Que me guste la historia, que me enganche y que el personaje que me ofrecen esté bien. No quiere decir que sea buena persona y todo eso, sino que tenga algo de carne, que se le pueda hincar el diente. Y en el caso de una comedia, que los diálogos estén bien escritos y que sean divertidos, pero lo que prima siempre es la historia.
Has ganado varios premios, entre ellos un Goya a la mejor interpretación protagonista por La buena estrella. ¿Crees que merecías haber ganado algún otro? No, los premios están muy bien, pero son algo muy de regalo y circunstancial. Claro que me hubiese gustado ganar algún Goya más, pero no se ha dado la circunstancia, qué le vamos a hacer. Estuve nominado también por La niña de tus ojos, pero ‘competía’ con Fernando Fernán Gómez, por lo que era imposible. También me nominaron por Celda 211, junto a otros dos actores de la misma película, y ganó Raúl Arévalo, que no trabajaba en esa película.
¿Eres partidario de subvencionar las películas?
El problema de esta historia es que la gente no entiende que las industrias culturales (cine, televisión, libros, etc) están sujetas a ayudas del Estado, igual que los coches, la agricultura, etc., y si no hubiese esas ayudas, muchas industrias no serían viables, como la nuestra. Lo bueno de la historia es que el cine que se produce gracias a las ayudas del Estado, que no del Gobierno de turno, devuelven con creces, en los años de bonanza, esas ayudas en impuestos. Menos las entradas, todo lo demás está gravado al 21% de IVA, un disparate de mucho cuidado.
¿Cómo ves la salud el cine español?
Muy mala. Se sigue rodando, pero el problema es que la exhibición está fatal. Casi todas las películas están asociadas a una plataforma, pero no están funcionando. No tengo los datos exactos, pero el porcentaje de bajada del cine español debe estar cerca del 70% de la recaudación. Menos alguna excepción puntual, como Santiago Segura, los demás no están facturando lo que deberían. Fíjate que El buen patrón, siendo una película estupenda y con un buen lanzamiento, ha recaudado 3 millones de euros, cuando normalmente tendría que haber conseguido entre 8 y 10 millones de euros. Creo que es el momento de tomar cartas en el asunto o una de las patas de la industria del cine, que es la exhibición, va a tener problemas muy serios. No sé si los poderes públicos son conscientes de eso. Es un sector que, además, da trabajo a mucha gente. Y por añadidura, la distribución y la producción, porque si las películas no se exhiben estamos condenados a trabajar para las plataformas. Ahora mismo no es un problema de creatividad, sino de que nadie va al cine.
¿Qué fue lo primero que comiste cuando saliste del Hospital?
Creo que fueron unos huevos fritos con patatas y jamón, o con arroz con tomate. En el hospital, cuando ya estaba en planta, les pedía a mi mujer y a mi hijo que me trajeran comida, según el hambre que tuviera, de los restaurantes cercanos que han puesto en la zona del parque del Retiro. Recuerdo un cocido, sin acompañamiento, sólo con garbanzos, que me sentó de maravilla. Cuando estaba en la UCI y me daban un yogur me ponía loco de contento, y me sabía tan bien que estaba encantado. Hasta el descafeinado con leche y galletas María, que no había tomado desde no sé cuándo.
¿Cuál ha sido el país que peor has comido?
Donde peor he comido ha sido en la República Checa, no tenía ninguna gracia. En Marruecos estuve rodando dos meses, y no me gustó nada su cocina, y sé que a mucha gente le encanta. De la cocina de México no soporto el picante, pero sólo porque no estoy acostumbrado a algunos tipos de sabores.
¿Eres cocinillas?
Nada. Bueno, huevos fritos, sí, pero soy de los que se hace un bocata antes que cocinar. Y es que, francamente, no sé, así que para que voy a intentarlo. Soy fan del cocido montañés y del cocido madrileño.