En chino, dice la falsa leyenda urbana, crisis significa oportunidad. Sin ponernos muy puristas al respecto, lo cierto es que no todo lo que ha traido consigo el Coronavirus es malo. También nos ha enseñado algunas cosas buenas:
-A pasar más tiempo en familia y a reestablecer lazos con los que más queremos. Si creamos el ambiente propicio, establecemos espacios y horarios para el trabajo y el ocio, estar en casa puede ser un placer y un ejemplo claro de que la conciliación sí es posible.
-A planificar mejor la vida doméstica. También lo que comemos. Si te arriesgas a ir al súper mejor lleva la lista hecha, algunos no están suficientemente abastecidos, y en otros hay mucha. Calcula bien lo que comes y sobre todo, lo que nunca comes.
-A buscar nuevas alternativas de ocio. Y no nos referimos únicamente a pegarnos el atracón de series o pelis en streaming, sino a encontrar otras formas de entretenimiento sencillo y gratuito: leer libros y revistas, hacer puzles, jugar a las cartas, cuidar esa maceta que nunca riegas, hacer manualidades, retomar la guitarra… y, cómo no, cocinar. No sólo para alimentarnos sino para disfrutar haciéndolo.
-A ser más solidarios. Hay jóvenes que acompañan a personas solas, médicos jubilados que se ofrecen voluntarios en hospitales; hoteles que ceden sus instalaciones para que sean medicalizadas; restaurantes que donan comida; canguros gratis para familias que tienen que salir a trabajar e incluso ejercicio físico a través de Instagram con clases gratuitas en directo y guiadas por un entrenador personal.
-A volver a estar bien informados. Los medios de comunicación nos conectan con la realidad que nos rodea y nunca antes había habido coberturas tan completas y actualizadas como la que ha generado la crisis de Coronavirus y por vías más variadas.
-A manejar mejor la tecnología. A hablar con los abuelos por videollamada, a subir los deberes de los niños a las plataformas educativas, a teletrabajar sin morir en el intento.
-A ser conscientes de la importancia de la higiene. Parece una obviedad, pero el sencillo acto de lavarse bien las manos ayuda a evitar el contagio. Seguir las recomendaciones de las instituciones es importante y cada pequeño detalle cuenta.
-A ser más ecológicos. Usamos menos el coche, el espacio aéreo se ha reducido, se ha reducido la frecuencia del transporte público… luego nuestro aire está más limpio.
-A ser más responsables y a mejorar la conciencia social. El sentimiento de pertenencia a un colectivo hace aflorar la idea del bien común. Formar parte de algo mayor que nosotros mismos nos hace ser menos egoístas, más agradecidos y más empáticos.
-Y a darle otro valor a esa manida frase a la que solemos recurrir el día de la lotería de Navidad: que la salud es lo que verdaderamente importa.