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Desde los entrantes hasta los postres: esto es lo que más nos gusta de la gastronomía de Tenerife

Es un destino idílico para aquellos que buscan naturaleza, historia, arte y saborear una cocina que se nutre de diversidad de productos tradicionales que conforman una gastronomía para todos los gustos.

Es la isla canaria más grande, pero lo que de verdad la hace grande es que, gracias a su diversidad de paisajes, el tiempo aquí pasa entre la montaña, junto al mar, caminando por los mercados, los pueblos, contemplando la arquitectura o maravillándose con la vida que inunda cada rincón. Y todo esto con una media de 22 grados centígrados durante todo el año que posibilita visitarla en cualquier momento.

Porque Tenerife es un destino que bebe del ayer y del hoy, de la historia y de la vanguardia; moderno y diverso. Hay sol y playa, pero también hay mucho patrimonio, como San Cristóbal de La Laguna que cuenta con un casco histórico Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Hay naturaleza en su máximo esplendor (Parque Nacional del Teide, Parque Rural de Anaga, Parque Rural de Teno o los Acantilados de Los Gigantes) y hay vanguardia, como la que se exhibe en la Galería Leyendecker, en Tenerife Espacio de las Artes –diseñado por Herzog y De Meuron–, en Aguere Espacio Cultural, de alma alternativa, o en el original proyecto de arte efímero Puerto de la Cruz Street Art. También pueblos encantadores, como Garachico, La Orotava o San Juan de La Rambla, por los que el paseo es un descubrimiento continuo de la arquitectura rural y la cultura popular.

Pero, como lo que aquí nos ocupa es la gastronomía, nos zambullimos de lleno en la tinerfeña, que tiene mucho que ofrecer. Porque no es raro que quien la prueba y la conoce termine, de alguna forma, enamorado de su diversidad, de la calidad de los productos y de ese baile tan bien marcado entre lo tradicional y la vanguardia. Como siempre, todo parte de la tierra y el mar, medios que no son sin el trabajo concienzudo de los productores que saben cómo obtener lo mejor. Y de unas manos a otras, porque esa materia prima llega hasta las de los cocineros que se encargan de transmitir su cultura culinaria, que bebe de influencias atlánticas, europeas, africanas y americanas. Sin olvidarnos del valor que tiene el Teide, que aporta una tierra volcánica muy nutritiva que enriquece aún más la isla.

Pasa y saborea. Estos son los productos más representativos de Tenerife

Así que, como si abriésemos la despensa de Tenerife de par en par, el recorrido hoy es por todos esos productos que se cultivan y elaboran en la isla, con los que después se harán recetas de todo tipo, algunas más tradicionales y otras con el guiño de la vanguardia. Empezamos por las frutas y verduras, abundantes y muchas de ellas tropicales, entre las que destaca el plátano de Canarias, el único del mundo reconocido como Indicación Geográfica Protegida. Se cultiva de manera tradicional en pequeñas plantaciones y, dado su alto valor nutricional, se convierte en una de las favoritas por los deportistas.

Seguimos con las papas, presentes en la isla desde hace más de 400 años, cuando llegaron desde América. El terreno tinerfeño las acogió tan bien que se han convertido en una de las señas de identidad de su gastronomía. Ella, ya sea bonita, negra o azucena acompaña carnes, pescados, platos de cuchara y, por supuesto, es deliciosa junto a los mojos del archipiélago.

¿Y qué es Canarias sin gofio? De procedencia aborigen, este producto se elabora con cereales tostados y molidos. Los canarios lo comen con casi todo: leche, fruta, en puchero o con lentejas. Además, este alimento es una bomba de minerales, sobre todo de hierro, zinc y magnesio. De la tierra llega también el millo, que es como se le conoce a la mazorca de maíz, y la carne de fiesta, las costillas con papas o el conejo con salmorejo. Y el mar hace lo propio regalando un despliegue de viejas, sardinas, samas, chernes, abadejos, meros, cabrillas, chicharros, chocos, caballas, etc. Porque no hay que olvidar que la población de la isla se alimentó durante muchos siglos gracias a la generosidad del mar y aún hoy hay muchas familias que viven de la pesca.

Los queseros encuentran aquí el paraíso porque hay verdadera veneración a este producto, sobre todo elaborado con leche de cabra y oveja. Tanto, que Canarias es la comunidad autónoma española que más queso consume por habitante al año (entre 14 y 16 kilos). Pura delicia láctea que se degusta también acompañado de potajes, asado y con mojo y miel. Precisamente la miel es otro de los alimentos clave de Tenerife, que cuenta con 13 variedades distintas y tiene su propia Denominación de Origen Protegida: Miel de Tenerife. Si a alguien le pica la curiosidad y quiere saber más sobre la importancia de la apicultura en la isla, le recomendamos el Diccionario de Historia Natural de José de Viera y Clavijo.

Pero no se puede hablar de la gastronomía de Tenerife sin hacerlo del vino, ese vino que se torna único gracias a un clima y geología como no hay otras. Fue en el siglo XV cuando los primeros europeos, en concreto el portugués Fernando de Castro, llevaron la viña a la isla. Y más adelante gozó de gran popularidad en muchos países europeos, tanto, que en obras de William Shakespeare y Walter Scott se pueden leer referencias a ellos. Hoy cuenta con seis denominaciones de origen y más de cien bodegas diferentes. Así, disfrutar de una malvasía, un listán blanco, albillo o verdello en compañía de una tabla de quesos es tener línea directa con el cielo.

De la cocina tradicional a la vanguardia

Como decíamos, todo este despliegue de buen producto se disfruta después en restaurantes de cocina tradicional o en lugares donde se practica la innovación. Sea donde sea, Tenerife puede presumir de tener a la gastronomía como uno de los principales atractivos, ya que tal diversidad (producto local y de temporada, clima único, biodiversidad, orografía y patrimonio) le ha servido para destacar en la escena internacional y ser reconocida con nueve estrellas Michelin y 28 soles Repsol.

M.B de Martín Berasategui (2*) en el Hotel The Ritz-Carlton, Abama.

En este paraíso hotelero se encuentra una de las sedes con el sello-garrote de Martín Berasategui que, en este caso, está dirigida por su compadre Erlantz Gorostiza. Aquí hay calidad a todos los niveles, creatividad e innovación.

El Rincón de Juan Carlos (2*) en el Hotel Royal Hideway Corales Beach en Adeje.

Lo primero que llama la atención son las impresionantes vistas al océano y el espacio de estilo moderno. Luego, un despliegue emocionante de cocina canaria creativa en la que se utilizan ingredientes premium y presentaciones refinadas a través de su menú degustación.

San-Hô (1*) en el Hotel Royal Hideway Corales Beach en Adeje.

Canarias, Japón y Perú se miran de frente bajo la creativa apuesta de los chefs Adrián Bosch y Eduardo Domínguez. La fusión así es fascinante.

NUB (1*) en el Hotel Bahía del Duque en Adeje.

En este caso la fusión es entre América Latina, Italia y Canarias. El resultado, una cocina única, creativa y de vanguardia que acelera el pulso.

Kabuki (1*)

Haydée by Victor Suárez (1*).

Los recuerdos de infancia y la creatividad de Víctor Suárez.

Taste 1973 (1*) en el Hotel Villa Cortés en Arona.

Las emociones en el plato bajo el conocimiento de Diego Schattenhofer.