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Cuarta parada de la ruta mediterránea: Cap Sa Sal

La Costa Brava es el mejor escenario para entregarse al placer gastronómico, al tiempo que se disfruta de la naturaleza y de un Aperol Spritz.

Aquí todos los días son especiales porque nada más pisar el restaurante Cap Sa Sal uno se ve invadido por una sensación de bienestar instantánea. Su terraza, a diferentes alturas y protegida por la sombra de los pinos, es un mirador privilegiado al mar Mediterráneo. Todo es disfrute y ganas de parar el tiempo a cada sorbo de Aperol Spritz para seguir saboreando el momento porque, como afirmaba Dalí: “el tiempo es una de las pocas cosas importantes que nos quedan”.

Begur, el pueblo donde se ubica Cap Sa Sal, está en pleno corazón ampurdanés. Así, tras una subida hasta el Castillo, nada como bajar de nuevo para reponer fuerzas en este chiringuito tan especial. ¿Cómo? Pues primero relajándose y después entregándose a su cocina, que es de temporada, mediterránea y con protagonismo de la brasa. Cualquiera de sus pescados o mariscos son un acierto seguro: rodaballo, salmón, calamares, zamburiñas, navajas, mejillones, etc. Las bravas llevan el sello de la casa y preparan un tataki de atún que, como ellos afirman, forma el mejor combo con el mar de fondo.

Pero, si hay una especialidad de la casa, esa es el arroz, que preparan en paella Cap Sa Sal, negro estilo “pescadors” o caldoso de bogavante –además de fideuá de marisco–. Un festín así se asentará mejor con una buena conversación que se alargue hasta que el atardecer haga su entrada triunfal; entonces no quedará más remedio que darle la bienvenida con una ronda de Aperol Spritz.